La nueva UNE 420001:2024, un impulso de calidad y confianza para asesorías y despachos
Durante décadas, cualquier persona con un local y un rótulo en la puerta podía autodenominarse “asesor” sin necesidad de títulos universitarios, ni experiencia acreditada. Hoy, basta con comprar un dominio de internet para ofrecer un servicio de asesoría versión 2.0.
Esta situación, de escasa regulación, fomenta la aparición de prácticas irregulares y calidad de servicio desigual. Con este nuevo estándar, se establecen criterios mínimos para ejercer profesionalmente y se sientan las bases de un sistema de acreditación que aporta confianza a la Administración, a los clientes y a la sociedad en general.
El esfuerzo por regular el sector se inició en 2021, gracias al impulso de la Asociación Española de Consultores de Empresa y la acción de la Asociación Española de Normalización, que convocó una mesa sectorial con la Administración y los principales actores implicados (las propias asesorías, patronales, sindicatos, asociaciones y empresas como Lefebvre). Tras intensos debates, se definieron los requisitos de formación, experiencia, calidad y cumplimiento normativo necesarios para ejercer. Aunque no se trate de una norma con carácter preceptivo, ésta se erige como un instrumento imprescindible para destacar frente a la competencia y transmitir rigor y fiabilidad a los clientes.
El sector de la asesoría es crucial en la economía española: según datos del Ministerio de Economía, existen alrededor de 60.000 empresas y profesionales que realizan tareas de asesoramiento fiscal, contable, laboral y mercantil. Todas las compañías, independientemente de su tamaño o sector, necesitan contar con asesores en algún momento de su actividad. Sin embargo, hasta la llegada de la UNE 420001:2024, la falta de un marco adecuado permitía la coexistencia de asesorías con altos estándares de calidad junto a otras que no cumplían ni los mínimos requisitos legales.